*Euforia por los lomos -uno de los mejores servidos, en el hotel Embajador- y cierto avance electoral difícil de predecir: era, claro, el contingente de Alberto Rodríguez Saá y su corte, celebrando un acuerdo con Luis Patti en la provincia de Buenos Aires. Por lo menos, en la zona de Escobar, el puntano tendrá quien le cuente los votos. Además del dúo consorte estaban Carlos Menem, Héctor Maya, Oscar Talía, un candidato suplente como Hugo Franco y Dante Camaño, el cuñado de Luis Barrionuevo. Sea cual sea el comportamiento en los comicios, la candidatura de Rodríguez Saá es el ejemplo de un tardío lanzamiento, casi inadmisible para peronistas que hablan de que la organización es todo.
Parecían entusiasmados con haber obligado al kirchnerismo a terciar por el dominio del partido peronista (con lo cual no queda para nadie) y, de paso, Menem preguntaba por las «listas espejo» que aparecen en varios distritos importantes. Le explicaban: son partidos que no llegan a consagrar alianzas superiores pero acuerdan presentar listas duplicadas, triplicadas o cuadruplicadas en distintos municipios, con cambios en cada uno de ellos del orden de los nombres. Eso, se entiende, es una trampa para el votante, ya que si se pronuncia por la lista «A» pero sale más votada otra «B» (con los mismos nombres pero en otro orden), se suman como en una ley de lemas virtual y gana el que obtuvo más sufragios. Se mencionaron ejemplos (en Chacabuco se presenta lista de Paufe, la UCR y Recrear; en Magdalena lo hace la UCR, PRO y una Sociedad Vecinal), aunque la fracción que más participa de estos enjuagues es el kirchnerismo. Por supuesto, es un escándalo; por supuesto, la Justicia nada dice.
* Menem insistía con preguntas: ¿Quién es ese Corach que va en la lista de Sobisch? Le respondieron que era Eduardo, un hermano de su ex ministro. Otros, en cambio, se quejaban del tarifario de las radios para sacar al aire a los candidatos y de cómo, en ciertos programas de la tele (tipo «A dos voces») sólo promueven a ciertos aspirantes. Acusaciones vanas de quienes ven su minuto de gloria como el último minuto. Y no se equivocan. Más que acuerdos, volvió a decir el riojano, lo que se debe instalar es la necesidad de que todos voten: si hay poca concurrencia, insistía, el que va primero llega más fácil a 40%. Palabra de sabio, en esa materia, casi como lo que dijo el propio Kirchner cuando le preguntaron sobre lo que quería de la futura elección: «Que no se note». En los grandes temas, los dos coinciden.
* Algunos dicen que José Manuel de la Sota lagrimeó cuando, en el medio del revoltijo por el conteo de votos entre Schiaretti y Juez, les confesó a sus amigos: «Y pensar que me quería retirar tranquilo como gobernador, pensar tal vez en que más adelante podría tener alguna aspiración presidencial». Duró poco ese momento de tristeza, ya superado por la consagración de Schiaretti y, por si fuera poco, el gobernador en retiro tuvo una de sus jornadas más felices cuando reinauguró el Palacio Ferreyra, ahora convertido en el Museo Superior de Bellas Artes (obra interesante de recuperación, en menos de un año, con pago incluido a la familia). En rigor, una múltiple inauguración, ya que hasta el 17 habrá estrenos constantes del mismo edificio, con leyendas de fantasmas descendientes de la familia que arañaban las puertas y la vieja historia de que una viviente Carmen «Chichina» Ferreyra, fue novia de Ernesto Guevara cuando éste no se bañaba a menudo y ni siquiera pensaba en revolucionar su propia vida.
*Hubo oposición a esta obra de De la Sota, empedernido cultor de la plástica (les compró a las tres hijas de José Malanca su máxima obra, «Las cuatro estaciones», paisajes de Río Ceballos, y una serie de 38 obras de Carlos Alonso vinculadas al tema de los derechos humanos), casi como en tiempos de Ramón Cárcano, gobernador en 1925, quien fue acusado de malversar fondos públicos por adquirir un fabuloso Pettoruti por 4 mil dólares (hoy, esa obra, justamente exhibida, se cotiza ¡200 veces más!). Sonreía De la Sota, ya también distanciado de los Kirchner, pensaba en las veloces vueltas de la vida y de que, entretanto, para su provincia al menos logró algo semejante a los museos Thyssen y Reina Sofía en Madrid, o al Palacio Errázuriz de la Capital Federal (Museo de Arte Decorativo).
martes, 16 de octubre de 2007
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2 comentarios:
Si no me equivoco, el Ramón Carcano aludido es el mismo que Miguel Juárez Celman quiso poner de candidato presidencial. Luego de que una serie de "incondicionales"*incluyendo el joven Roque Saenz Peña* hicieran un banquete en su honor, se creó como reacción a la Unión Cívica, la que terminó derribando a Juárez Celman en la revolución del noventa. Carcano era muy joven, pero aparentemente extremadamente talentoso. No le alcanzó.
Sin Julio Ramos a las charlas de quincho le falta precisar un poquito mejor la gastronomía
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