lunes, 19 de febrero de 2007

PAUL HOLLANDER

Paul Hollander: un filósofo de nuestro tiempoADOLFO RIVERO CAROEl Nuevo Herald

MUCHAS PUEDEN ser las causas del antinorteamericanismo, según Paul Hollander, uno de los grandes pensadores políticos modernos, quien vive y enseña en Massachusetts.
Sus orígenes, su obsesiva preocupación y su obra hacen de Paul Hollander un académico de prestigio internacional que lleva muchos años encabezando intelectualmente importantes batallas ideológicas. No es más popular entre nosotros porque el grueso de su obra no se ha traducido al español.
Los grandes temas de Hollander son, por una parte, las ilusiones que genera el comunismo y su crítica y, por la otra, su contrapartida: el antiamericanismo y su crítica. En realidad, toda su obra gira alrededor de un solo tema: analizar el porqué del rechazo a la sociedad democrática, individualista y capitalista y el porqué de la fascinación con su supuesta alternativa: una sociedad no capitalista y colectivista.
No es de extrañar que esa haya sido su obsesión intelectual. Nacido en Hungría en 1932, se crió bajo el régimen comunista. Le prohibieron el acceso a una educación universitaria porque su abuelo había sido un empresario (un burgués). Por esa razón, él y su familia fueron deportados a una aldea. Posteriormente, fue llamado a trabajar en los ''batallones de construcción'' porque se consideraba que era peligroso darle instrucción militar.
Tras la revolución anticomunista de 1956, consiguió escapar de Hungría. Se graduó de la Escuela de Economía de Londres y posteriormente se trasladó a Estados Unidos, donde estudió en la Universidad de Princeton. Entre otros títulos posee el de profesor emérito de Sociología de la Universidad de Massachusetts, en Amherst. Ha vivido en Estados Unidos desde 1959.
En su libro Los peregrinos políticos usted describía muy mordazmente a todos aquellos que viajaban a Cuba y Nicaragua como si fueran verdaderas peregrinaciones religiosas. ¿Qué lo atrajo a ese tema?
La idea de escribir el libro surgió de toda mi experiencia académica en Inglaterra y Estados Unidos, de haber conocido a tanta gente que no tenía interés en comprender los sistemas comunistas o que sentía una franca simpatía por los mismos. Cuando empecé a escribirlo, a principios de los años 70, el número de sistemas comunistas parecía estar creciendo y no mostraban síntomas de debilidad.
Utilizar escritos sobre viajes que reflejaran algunas de las concepciones más absurdas sobre ellos me pareció una buena forma de suministrar una perspectiva fuertemente crítica. Habiendo crecido en un sistema comunista estaba firmemente convencido de que en Occidente la gente, y especialmente los intelectuales, debían conocer más sobre esos sistemas y adoptar una posición mucho más crítica hacia ellos.
En su último libro, The End of Commitment , usted narra las experiencias de antiguos comunistas y simpatizantes transformados en opositores y disidentes. En cierto sentido, ¿no trata sobre el destino ulterior de muchos antiguos peregrinos políticos?
Ciertamente. Se ha escrito muy poco sobre la desilusión con el comunismo. Hoy todo el mundo es antifacista. El nazismo y el fascismo son universalmente percibidos como ideologías malvadas. El anticomunismo, sin embargo, es mucho más controversial. Quise contribuir a cambiar esa situación.
En ese libro hay testimonios del general Rafael del Pino, el escritor Carlos Franqui y el fallecido poeta Heberto Padilla. Para un gran sector de la comunidad cubanoamericana sigue siendo difícil de comprender por qué tantos se volvieron simpatizantes de la revolución cubana y por qué tantos lo son todavía.
Los ideales comunistas atraen a todos los que encuentran poco atractivos y difíciles de soportar el individualismo, la competencia y el aislamiento social de las sociedades modernas, capitalistas y democráticas.
Mi conocimiento de Cuba es limitado. Está basado en lecturas y lo que he aprendido de algunos amigos cubanos. Dicho esto, no me parece
difícil comprender por qué tantos cubanos simpatizaron con la revolución a fines de
los años 50.
El régimen de Batista era una dictadura impopular y la revolución prometía muchos cambios, como siempre hacen las revoluciones. Castro era un líder dinámico y carismático, una figura romántica a los ojos de muchos cubanos y de muchos en el exterior.
Actualmente, fuera de Cuba, el apoyo marginal que le queda se sostiene gracias a esa retórica anticapitalista y antiamericana que tantos intelectuales aprecian. Y quizás también a lo que quede de la mística revolucionaria de Castro. Es difícil evaluar el apoyo que le quede dentro de la isla. Pero no hay que olvidar que, tanto dentro como fuera de Cuba, es muy difícil renunciar a profundas creencias sostenidas durante mucho tiempo. . .
El antiamericanismo se ha convertido en una de las corrientes ideológicas más importantes del mundo, si no en la más importante. Su libro Anti-Americanism, Irrational and Rational , que muchos consideran su obra maestra, se publicó en 1992. ¿Por qué el título?
Mi intención básica era dejar bien claro que no todos los matices y variedades del antiamericanismo merecen ser totalmente rechazadas. Los sentimientos críticos hacia la sociedad y la cultura americanas tienen fundamentos racionales y sólidos.
Para todo el mundo, Estados Unidos, el capitalismo y la modernidad se encuentran íntimamente vinculados. Ahora bien, problemas endémicos de la modernidad como la decadencia de la solidaridad social, el crecimiento de la impersonalidad, de la burocratización, del aislamiento social y de pérdida del sentido de la vida, entre otros, nos afectan profundamente a todos, nos hieren en partes muy sensibles.
Esto crea una disposición crítica hacia la sociedad
que genera esos fenómenos.
Y Estados Unidos ha sido el principal factor de su difusión en el mundo. La modernización (justificablemente llamada americanización) ha sido un progreso pero un
progreso complejo y contradictorio.
A nosotros, de origen latinoamericano, nos cuesta trabajo comprender el término de antiamericanismo aplicado a los propios americanos. ¿Cómo es posible que los americanos se conviertan en antiamericanos?
Gran parte de mi libro está dedicado a explicar el antiamericanismo de los americanos. Aquí sólo puedo decir que hay varias explicaciones para este fenómeno. Una es histórica. La sociedad americana siempre ha generado grandes expectativas y es fácil decepcionarse cuando las realidades no concuerdan con los ideales. Hay una gran cantidad de idealismo flotando en esta cultura.
También es importante subrayar que el antiamericanismo en Estados Unidos se encuentra fundamentalmente entre los intelectuales y las personas influidos por ellos. Ahora bien, gran parte de los intelectuales está a la izquierda, no simpatiza con el capitalismo, y Estados Unidos es el símbolo más poderoso del capitalismo en el mundo. Por otra parte, como había dicho, el capitalismo se asocia con los problemas y las alienaciones de la modernidad.
En Estados Unidos, estos aspectos de la modernidad también puedan explicar ese sentimiento de que prácticamente todo el mundo es una víctima lo que, en sí mismo, es una forma de crítica social. Estas ideas se han propagado mucho en la sociedad norteamericana durante los últimos 25 años.
[. . .]
El antiamericanismo nacional se diferencia de sus variantes extranjeras precisamente por darle voz a una ''cultura de la víctima''. Entre nosotros, se pretende echarle la culpa al orden social por todas las angustias y problemas de la vida.
En las críticas internas a Estados Unidos es discernible la aversión a la modernidad, no tanto como una protesta contra la decadencia de los valores tradicionales sino como una expresión de angustia y de cólera ante una vida que es individualista, materialmente rica y secular (es decir, supuestamente ''racionalista'') pero que no nos ayuda a encontrarle sentido a la existencia. Esto pudiera llamarse como antiamericanismo como una crisis de significado.
En el exterior, el antiamericanismo se concentra en agravios concretos, en resentimientos sobre políticas económicas, injustas prácticas comerciales, insultos al orgullo nacional, subversión de tradiciones culturales, arrogancia política, presencia militar y otros problema por el estilo.
Insisto en que ciertas críticas a la influencia cultural americana en el exterior reflejan aprensiones legítimas. Es el antiamericanismo racional. Pero hay otro antiamericanismo, que pretende echarle la culpa al capitalismo (también justificablemente identificado con Estados Unidos) de todos los males del mundo, desde el machismo y el racismo hasta la contaminación ambiental, las guerras y todos los conflictos internacionales. Es el antiamericanismo irracional. La mayor parte de mi libro está dedicado al análisis de este fenómeno.
Quisiera que abundara un poco más sobre ese antiamericanismo irracional que predomina en el mundo.
Es un tema muy complejo e inclusive enigmático. En la segunda mitad del siglo XX, en muchas partes del mundo, Estados Unidos se ha convertido en un símbolo de la maldad política, de la injusticia social y de la corrupción cultural. La principal característica de este antiamericanismo es una disposición a creer lo peor sobre Estados Unidos. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible que Estados Unidos -- un país amigable y generoso, al que están desesperados por venir incontables millones de personas de todo el mundo -- pueda haberse convertido en el objetivo de tanto resentimiento?
Al estudiar este fenómeno uno descubre que en el mundo hay tres grandes tipos de antiamericanismo: el antiamericanismo como nacionalismo, el antiamericanismo como anticapitalismo y el antiamericanismo como protesta contra la modernidad. Pueden aparecer juntos o, con menos frecuencia, separados. No hay que ser un discípulo de Marx para reconocer que el capitalismo es una fuerza modernizadora.
Marx elogió mucho el papel modernizador del imperialismo británico en la India.
Por supuesto. De aquí que haya una lógica indiscutible en vincular la protesta contra el capitalismo con la modernidad. Es así que los problemas creados por la modernización se suman a las protestas nacionalistas. La americanización -- es decir, la difusión de los valores y estilo de vida americano que amenazan los valores y estilos de vida tradicionales -- estimula un antiamericanismo defensivo en el mundo. Son los que alguien llamó los impulsos globales contramodernizadores. Su más claro ejemplo está en el resurgimiento islámico en los países árabes y en Irán.
En la izquierda hay un cierto romance con el islamismo (e.e., Noam Chomsky abrazando a Hezbolá, la deferencia con los terroristas tratándolos como combatientes cuando nunca se les dio ese tratamiento a los nazis) ¿Son los palestinos los sustitutos de los antiguos regímenes comunistas que los antiguos creyentes adoraban?
Lo singular del actual coqueteo de la izquierda con los radicales islámicos es que sus tradicionales valores seculares chocan de frente con los de esos fanáticos religiosos que discriminan despiadadamente a las mujeres y los homosexuales y que practican los castigos más crueles contra los delincuentes, incluyendo la mutilación. Pero la razón de su atractivo es muy simple: son los más feroces enemigos de Estados Unidos y de Occidente. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Usted utiliza mucho el término ''cultura adversaria''. ¿Por qué no nos explica brevemente su significado?
El término de cultura adversaria, acuñado por Lionel Trilling en su libro Beyond Culture (1965), se refiere a ese enorme fondo de descontento, a esa peculiar disposición de esos americanos que habitualmente encuentran que Estados Unidos -- o, por lo menos, su gobierno -- están del lado malo en prácticamente todo conflicto en que el país esté comprometido.
Las fronteras intelectuales de la cultura adversaria son genéricamente de extrema izquierda. Su espíritu central es decididamente anticapitalista. Durante la mayor parte del siglo XX, esas opiniones coincidieron con perspectivas formalmente marxistas o marxistoides. Pero los pacifistas radicales y los anarquistas estaban dentro de esa cultura, y con el colapso del comunismo soviético y la crisis del socialismo, la mezcla de actitudes dentro de la cultura adversaria ha cambiado y se ha desarrollado.
Las formas de radicalismo ecologista, antiglobalización y multiculturalismo han estado ocupando espacios anteriormente mantenidos por partidos y movimientos izquierdistas convencionales. El ecologismo encaja bien en la cultura adversaria, como veremos, debido a su prejuicio esencialmente antimoderno. La antiglobalización combina ecologismo y anticorporativismo en una escala global reemplazando lo que acostumbraba ser un discreto anticapitalismo nacional. El multiculturalismo llena la necesidad de unir a las diversas fracciones de la cultura adversaria.
En el 2004, usted editó Understanding Anti-Americanism: Its Origins and Impact at Home and Abroad , con ensayos sobre los orígenes del antiamericanismo en distintas partes del mundo. ¿Por qué no incluyó autores latinoamericanos?
Escogí académicos que conozco y respeto. Obviamente no eran los únicos pero son intelectuales sumamente prestigiosos y su trabajo me pareció satisfactorio. ¿No es eso lo importante?
Siendo el antiamericanismo uno de los fenómenos culturales más importantes del mundo, ¿cómo es posible que su monumental obra sobre ese tema no haya sido traducida al español?
No deja de ser interesante que sólo haya sido traducida al ruso. Es posible que no se haya traducido al español porque, en lo fundamental, es una crítica del fenómeno y pudieran haber intelectuales hispanos, incluyendo casas editoriales, que no simpaticen con esa crítica y no quieran difundirla.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece bien

Ariel dijo...

el tema es interesante, pero las criticas a la izquierda paleolitica me parecen tan obvias que son hasta casi innecesarias. Salvo algun trasnochado de Quebracho, a nadie se le ocurre que vivir bajo el Taliban es mejor que vivir bajo la dominacion de Cheney. Las encuestas que ponen a USA como percibido como el peor enemigo del mundo no son, para mi, muy relevantes, sino que expresan cierta actitud canchera que cambiaria rapidamente si USA no estuviera para "proteger" a esos mismos que la critican. Me parece que un aspecto del antiamericanismo ACTUAL tiene una base muy simple: es la potencia mas fuerte del mundo, y al mismo tiempo, la mas insensible, con el gobierno mas ignorante que puedas conseguir, y con un doble discurso acerca de la democracia, libertad, y la libre empresa que no se los cree nadie, salvo los que se benefician con ello. Creo que las cosas cambiarian bastante si al menos hubiera un gobierno un poquito menos estupido que el actual.
pd: lo de Chomsky defendiendo a Hezbollah no creo que sea cierto, pero valdria la pena buscar mas referencias al respecto.